La crisis actual, conocida como “crisis suprime”, originada en el mercado hipotecario de alto riesgo de Estados Unidos, ha generado una elevada incertidumbre sobre su alcance e impacto económico. El fondo del problema es la laxa política monetaria de los últimos años propia de los bancos centrales y la visión cortoplacista de los bancos, que han incentivado un abultado endeudamiento sin el necesario ahorro previo. Los bajos tipos de interés permitieron a multitud de prestatarios de dudosa solvencia acceder al crédito necesario para realizar grandes inversiones -tanto inmobiliarias como empresariales- que, en la actualidad, se han demostrado insolventes o poco rentables ante una situación de tasas de interés al alza y caída del valor de las propiedades. Este efecto es común a crisis anteriores, donde los excesivos riesgos asumidos, normalmente en períodos de bonanza, han sido la causa principal de las turbulencias. Muchos la han calificado como la crisis más “compleja” de la historia por la cantidad de factores que influyen en la misma.
Por otro lado, el rápido crecimiento económico de las economías emergentes ha supuesto un rápido crecimiento del precio del petróleo y las materias primas por el aumento de su demanda. Esto ha derivado en un aumento de la inflación, que junto a la “crisis de liquidez”, hacía contraproducente una bajada de tipos con la que estimular el crecimiento económico. La unión de estos factores hizo imposible reaccionar con rapidez ante los primeros síntomas de la crisis. La restricción del crédito internacional debido a las crecientes pérdidas de las entidades financieras, se ha visto acrecentado por la “crisis de confianza”, pues ninguna conoce exactamente quién y hasta dónde puede estar afectada. La restricción del crédito supone una disminución de la inversión empresarial, reduciendo el empleo, lo cual reduce aún más el consumo particular y la inversión residencial, que reducirá los beneficios empresariales o incluso generará pérdidas y, por lo tanto, reducirá aún más las posibilidades de autofinanciación de las empresas y generará más incertidumbre en el empleo. La resitricción del consumo ha supuesto una caída del precio del petróleo, materias primas, activos inmoviliarios y tipos de interés... y ahora acecha la amenaza más temida, la deflación, que reducirá aún más el empleo y contraerá notablemente y por mucho tiempo la economía...
Aunque esta es una crisis financiera, de naturaleza diferente a la burbuja tecnológica del año 2000, el sector tecnológico se verá afectado por la ralentización del consumo, si bien en menor medida que otros sectores como el financiero, contructor o automovilístico. Las ventas de aparatos electrónicos, informáticos y de telecomunicaciones se resentirá sensiblemente, pues se venden menos casas y, los dueños de las existententes, no están para darse "lujos". Los servicios de telecomunicaciones residenciales que comercializan las operadoras, se verán menos impactados, pues son tan imprescindibles a día de hoy como la luz; si bien los usuarios buscarán las ofertas más atractivas en precios, reduciendo los márgenes del sector. Sin embargo, hay que tener en cuenta que en época de crisis los consumidores pasan más tiempo de ocio en su casa, lo cual puede incrementar la demanda de servicios como la televisión digital o banda ancha a Internet, si las operadoras lanzan campañas publicitarias y promocionales adecuadas. Es más, los servicios de telecomunicaciones empresariales, es muy posible que crezcan, ante la reducción de costes de viaje. Las crisis será aprovechada por las operadoras para buscar sinergias con las consecuentes reducciones de plantilla y realizar adquisiciones atractivas, lo cual reducirá su liquidez. De este modo, los suministradores de telecomunicaciones se verán más afectados que las operadoras, porque éstas ralentizarán sus inversiones en infraestructuras.
Enlaces para entender la crisis suprime en tono de humor:
Por otro lado, el rápido crecimiento económico de las economías emergentes ha supuesto un rápido crecimiento del precio del petróleo y las materias primas por el aumento de su demanda. Esto ha derivado en un aumento de la inflación, que junto a la “crisis de liquidez”, hacía contraproducente una bajada de tipos con la que estimular el crecimiento económico. La unión de estos factores hizo imposible reaccionar con rapidez ante los primeros síntomas de la crisis. La restricción del crédito internacional debido a las crecientes pérdidas de las entidades financieras, se ha visto acrecentado por la “crisis de confianza”, pues ninguna conoce exactamente quién y hasta dónde puede estar afectada. La restricción del crédito supone una disminución de la inversión empresarial, reduciendo el empleo, lo cual reduce aún más el consumo particular y la inversión residencial, que reducirá los beneficios empresariales o incluso generará pérdidas y, por lo tanto, reducirá aún más las posibilidades de autofinanciación de las empresas y generará más incertidumbre en el empleo. La resitricción del consumo ha supuesto una caída del precio del petróleo, materias primas, activos inmoviliarios y tipos de interés... y ahora acecha la amenaza más temida, la deflación, que reducirá aún más el empleo y contraerá notablemente y por mucho tiempo la economía...
Aunque esta es una crisis financiera, de naturaleza diferente a la burbuja tecnológica del año 2000, el sector tecnológico se verá afectado por la ralentización del consumo, si bien en menor medida que otros sectores como el financiero, contructor o automovilístico. Las ventas de aparatos electrónicos, informáticos y de telecomunicaciones se resentirá sensiblemente, pues se venden menos casas y, los dueños de las existententes, no están para darse "lujos". Los servicios de telecomunicaciones residenciales que comercializan las operadoras, se verán menos impactados, pues son tan imprescindibles a día de hoy como la luz; si bien los usuarios buscarán las ofertas más atractivas en precios, reduciendo los márgenes del sector. Sin embargo, hay que tener en cuenta que en época de crisis los consumidores pasan más tiempo de ocio en su casa, lo cual puede incrementar la demanda de servicios como la televisión digital o banda ancha a Internet, si las operadoras lanzan campañas publicitarias y promocionales adecuadas. Es más, los servicios de telecomunicaciones empresariales, es muy posible que crezcan, ante la reducción de costes de viaje. Las crisis será aprovechada por las operadoras para buscar sinergias con las consecuentes reducciones de plantilla y realizar adquisiciones atractivas, lo cual reducirá su liquidez. De este modo, los suministradores de telecomunicaciones se verán más afectados que las operadoras, porque éstas ralentizarán sus inversiones en infraestructuras.
Enlaces para entender la crisis suprime en tono de humor:
- Entrevista de Buenafuente a Leopoldo Abadía. Leopoldo Abadía es un reputado economista, profesor del IESE durante 31 años, que mantiene un blog muy popular gracias a su excelente análisis de la crisis NINJA.
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