La tecnología 3D, funciona de forma similar al mecanismo que el cerebro humano emplea para ver en relieve, esto es: dos imágenes superpuestas que el cerebro fusiona obteniendo una imagen tridimensional. Según los expertos, esta disociación de imágenes de la película para conseguir el efecto de profundidad supone un esfuerzo adicional para el cerebro, que da instrucciones continuamente a la musculatura ocular para que la alineación de ambos ojos sea la correcta, lo cual propicia en general una mayor sensación de fatiga o visión cansada que respecto a una película en 2D.
Una persona sin problemas oculares, en primer lugar, debe ver el 3D a una distancia adecuada de la pantalla. Si se está muy cerca de la pantalla por un largo período de tiempo, se puede dañar la visión. La distancia ideal debe ser al menos tres veces la altura de la pantalla de TV y los ojos del espectador deben estar al mismo nivel que la pantalla. Tampoco es recomendable ver 3D si se encuentra en malas condiciones físicas (cansancio, dolor de cabeza, etc.) o si se ha consumido alcohol. No se recomienda tampoco el 3D para personas que han tenido problemas de epilepsia, niños menores de 7 años (pues aún están desarrollando la visión estereoscópica), etc. Además, las gafas activas no deben ser utilizadas, sin ningún tipo de descanso, por largos período de tiempo, pues pueden generar dolor de cabeza, fatiga o malestar. Finalmente, no deben emplearse las gafas activas 3D con otro propósito que no sea ver la televisión en 3D.
Existen varias personas que mientras ven una película en 3D o a su finalización, sienten mareos, dolor de cabeza, desequilibrios, visión doble o náuseas. Según el Colegio de Ópticos-Optometristas de España, en estos casos se puede estar padeciendo una foria, es decir, un problema derivado de la pérdida de coordinación entre los ojos, que da lugar a una disparidad entre el esfuerzo ocular y el cerebral. De este modo, estas personas podrían tener problemas de ambliopía (también conocida por ojo vago) o estrabismo, por lo que es importante que se sometan a una revisión binocular. Así, a pesar de que, en situaciones normales, el cerebro maneja con naturalidad muchos desequilibrios leves, no es capaz de controlarlos ante películas en 3D.
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