En pocos días, en concreto el 1 de enero de 2009, se celebrarán los 10 primeros años de la introdución del euro -aunque no entró en circulación hasta el 1 de enero de 2002-, que marcó el nacimiento de la Unión Económica y Monetaria (UEM). El euro sigue asociándose al fuerte incremento de los precios en España... ¿Pero realmente ha sido tan perjudicial para la economía? ¿Ha beneficiado a ciudadanos y empresas?
El principal beneficio directo de la UEM ha sido el control de la inflación, lo cual ha derivado en una reducción de tipos y, por lo tanto, ha facilitado el acceso a la vivienda para los particulares y a la financiación de planes de inversión de las empresas, generando una cifra record de puestos de trabajo. La inflación ha sido tradicionalmente uno de los males endémicos de la economía española. La inflación dañaba año tras año la productividad y, la fórmula tradicional empleada para mejorarla, era la devaluación de la peseta. Además, la UEM ha permitido la reducción de los déficit presupuestarios públicos, lo cual implica una mejor utilización de los fondos públicos y la disminución de la presión fiscal. Estos beneficios se deben no sólo al euro, también a una rigurosa disciplina política económica común con un énfasis especial en la estabilidad de precios y el control de la deuda pública.
Otro beneficio importante del euro es que los ciudadanos ya no tienen que perder tiempo y dinero cambiando divisas para viajar al extranjero y que pueden comparar mejor los precios. Esto ha aumentado la competencia, pues los consumidores tienen más facilidad para comparar los precios, por lo cual en la mayoría de los casos los precios se han equilibrado hacia abajo.
Gracias al euro los mercados europeos están mejor integrados, en particular los mercados financieros, lo que para los consumidores significa unos productos y servicios más baratos. Evidentemente una mayor integración elimina eficiencias y mejora la competencia.
El euro ha estimulado el comercio dentro de la UE, gracias a la eliminación del riesgo del tipo de cambio. Un tipo único evita las históricas depreciaciones destinadas a “empobrecer” al vecino o las incertidumbres acerca del precio futuro de ciertos bienes y servicios importados.
Finalmente, el creciente papel internacional del euro también proporciona una protección frente a las turbulencias que han afectado a la economía mundial, como por ejemplo, la subida de precios de los alimentos y energía. En efecto, una política económica integrada y eficaz, con una moneda fuerte y con credibilidad, permite afrontar con más garantías las crisis externas e internas, manteniendo el empleo y la estabilidad de precios.
El informe de la Comisión Europea "Successes and challenges after 10 years of Economic and Monetary Union" ofrece más datos sobre el euro, usado en la actualidad por 320 millones de europeos y 15 países -en 2009 serán al menos 16 con la incorporación de Eslovaquia- del total de 27 que forman la UE.
El principal beneficio directo de la UEM ha sido el control de la inflación, lo cual ha derivado en una reducción de tipos y, por lo tanto, ha facilitado el acceso a la vivienda para los particulares y a la financiación de planes de inversión de las empresas, generando una cifra record de puestos de trabajo. La inflación ha sido tradicionalmente uno de los males endémicos de la economía española. La inflación dañaba año tras año la productividad y, la fórmula tradicional empleada para mejorarla, era la devaluación de la peseta. Además, la UEM ha permitido la reducción de los déficit presupuestarios públicos, lo cual implica una mejor utilización de los fondos públicos y la disminución de la presión fiscal. Estos beneficios se deben no sólo al euro, también a una rigurosa disciplina política económica común con un énfasis especial en la estabilidad de precios y el control de la deuda pública.
Otro beneficio importante del euro es que los ciudadanos ya no tienen que perder tiempo y dinero cambiando divisas para viajar al extranjero y que pueden comparar mejor los precios. Esto ha aumentado la competencia, pues los consumidores tienen más facilidad para comparar los precios, por lo cual en la mayoría de los casos los precios se han equilibrado hacia abajo.
Gracias al euro los mercados europeos están mejor integrados, en particular los mercados financieros, lo que para los consumidores significa unos productos y servicios más baratos. Evidentemente una mayor integración elimina eficiencias y mejora la competencia.
El euro ha estimulado el comercio dentro de la UE, gracias a la eliminación del riesgo del tipo de cambio. Un tipo único evita las históricas depreciaciones destinadas a “empobrecer” al vecino o las incertidumbres acerca del precio futuro de ciertos bienes y servicios importados.
Finalmente, el creciente papel internacional del euro también proporciona una protección frente a las turbulencias que han afectado a la economía mundial, como por ejemplo, la subida de precios de los alimentos y energía. En efecto, una política económica integrada y eficaz, con una moneda fuerte y con credibilidad, permite afrontar con más garantías las crisis externas e internas, manteniendo el empleo y la estabilidad de precios.
El informe de la Comisión Europea "Successes and challenges after 10 years of Economic and Monetary Union" ofrece más datos sobre el euro, usado en la actualidad por 320 millones de europeos y 15 países -en 2009 serán al menos 16 con la incorporación de Eslovaquia- del total de 27 que forman la UE.
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