Cualquier usuario se ha equivocado alguna vez al escribir la dirección de una página Web. Si por ejemplo teclea http://www.terrra.com/, con tres "erres" en vez de las dos de la original, aparecerá un sitio sin relación con el portal español. Esta web sobrevive gracias a los anuncios alojados en ella relacionados con chats, juegos o música.
La empresa de seguridad McAfee ha bautizado el fenómeno como de okupas (squatting, en inglés). En el informe ¿Qué se esconde detrás de un nombre? Ha revisado 1,9 millones de variaciones de los 2.771 dominios más conocidos. Su conclusión es que un usuario tiene entre una y 14 posibilidades de entrar en un sitio tipo squatter si teclea mal una dirección. Estos sitios suelen vivir de la publicidad online (paco por clic), generalmente de contenido para adultos -el gran mercado de Internet-. Algunas de ellas también tratan de conseguir el e-mail de los visitantes para enviar "spam" (publicidad intrusiva) vendiéndolo a otras empresas.
La empresa de seguridad McAfee ha bautizado el fenómeno como de okupas (squatting, en inglés). En el informe ¿Qué se esconde detrás de un nombre? Ha revisado 1,9 millones de variaciones de los 2.771 dominios más conocidos. Su conclusión es que un usuario tiene entre una y 14 posibilidades de entrar en un sitio tipo squatter si teclea mal una dirección. Estos sitios suelen vivir de la publicidad online (paco por clic), generalmente de contenido para adultos -el gran mercado de Internet-. Algunas de ellas también tratan de conseguir el e-mail de los visitantes para enviar "spam" (publicidad intrusiva) vendiéndolo a otras empresas.
Para ser un "okupa" y vivir de la publicidad el primer paso es comprar un dominio, por 4 euros al año, un coste muy pequeño que se cubre fácilmente con los anuncios alojados. El usuario despistado va a parar a la URL con el error tipográfico. Allí aparecen anuncios sindicados, de Google o Yahoo, relacionados normalmente con los temas de la Web. Si el visitantes pincha en el enlace publicitario, el "okupa" gana una media de 0,05 dólares. A poco que se haga, resulta rentable.
El fenómeno es global -España es tercera a nivel europeo- y afecta, más que a los usuarios, a las empresas suplantadas. Para las compañías es difícil empezar litigios contra entes, en muchos casos, desconocidos. Las más perjudicadas son las marcas relacionadas con el juego, líneas aéreas, medios de comunicación, contenidos para adultos, tecnología y web 2.0.
El fenómeno es global -España es tercera a nivel europeo- y afecta, más que a los usuarios, a las empresas suplantadas. Para las compañías es difícil empezar litigios contra entes, en muchos casos, desconocidos. Las más perjudicadas son las marcas relacionadas con el juego, líneas aéreas, medios de comunicación, contenidos para adultos, tecnología y web 2.0.
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