La economía china se ha caracterizado en las últimas dos décadas por un rápido desarrollo económico, impulsado principalmente por la inversión y la demanda exterior. Desde la entrada en 2001 de China en la Organización Mundial de Comercio (OMC), China ha registrado cifras de crecimiento superiores al 9%, lo que la han posicionado como la tercera economía del mundo, sólo por detrás de Estados Unidos y Japón.
Las reformas en la política económica realizadas por el Gobierno para fomentar la inversión extranjera, han convertido a China en la mayor potencia manufacturera del mundo, debido principalmente al bajo coste de la mano de obra. De este modo, la balanza de pagos china ha presentado en los últimos años un claro superávit, reflejando el constante aumento de las reservas de divisas debido a los altos ingresos de exportaciones y la entrada de capital extranjero. Las reservas de divisas chinas alcanzaron la cifra de 1,81 billones de dólares USA en junio de 2008, las más elevadas del mundo. El superávit de reservas chino inyecta liquidez en la economía y produce tensiones inflacionistas y, una de las medidas para controlarla, ha sido comprar deuda pública de otros países industriales. Cerca del 70% de las reservas de China se componen de activos en dólares USA. China superó en septiembre de 2008 a Japón como el mayor tenedor de bonos del Tesoro de Estados Unidos, alcanzando un total de 585.000 millones. Además, la demanda china es inferior a la oferta y la tasa de ahorro es extraordinariamente elevada. La inflación interna ha sido sistemáticamente inferior a la inflación en el área dólar y, consecuentemente, el yuan se ha estado depreciando en términos reales en los últimos años. En el año 2005 el yuan abandonó el régimen cambiario de tipo cuasi-fijo respecto al dólar USA y se sometió a un sistema de flotación controlada frente a una cesta de divisas. Las autoridades chinas han sido presionadas por la comunidad internacional para que permitan apreciar su moneda, principalmente a consecuencia del gran déficit comercial que las grandes potencias acumulan con el gigante asiático.
La compra de divisas de USA por parte de China tiene más un sentido de equilibrio estratégico que de negocio económico, pues los bonos USA se han depreciado notablemente durante los últimos años y, la delicada situación actual de la economía de Estados Unidos, los convierte en un activo de cada vez más riesgo. La economía americana se ha ido sosteniendo gracias a su capacidad de captura de recursos financieros. El alto déficit comercial de Estados Unidos, un país consumista con unas tasas de ahorro muy bajas, sólo puede corregirse a corto plazo mediante la devaluación del dólar USA. Esto afectaría negativamente a China, pues su economía está basada en la demanda exterior, puesto que su demanda interna es muy débil. Lógicamente, un yuan más débil ayuda a estimular las exportaciones. Una brusca devaluación del yuan no es posible, porque podría aumentar la salida de capital del país y un incremento del proteccionismo comercial. El Banco Central chino financiando el déficit norteamericano, ha contribuido a sostener la cotización del dólar, lo cual ha permitido mantener las exportaciones chinas a Estados Unidos y ha ayudado así al crecimiento y desarrollo de la economía china.
Un yuan más fuerte permitirá a China abaratar las importaciones de energía y bienes de equipo y estimular las inversiones chinas en el exterior, potenciando así su capacidad de I+D avanzado. Además, una de las posibles contraprestaciones que puede pedir China a Estados Unidos en sus continuas negociaciones puede ser la apertura de su mercado a los equipos de alta tecnología China, que han sido vetados durante años con argumentos como la amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos o la baja protección de los derechos de propiedad industrial de China. Un ejemplo reciente es la frustrada adquisición de 3Com por la empresa china Huawei, asociada con el fondo Bain Capital. ¿Ocurriría lo mismo en el año 2009?. ¿Se permitía Estados Unidos un veto similar en una delicada situación de financiación exterior, de estancamiento económico y de pérdida de empleo?. Lo veremos en los próximos meses...
Las reformas en la política económica realizadas por el Gobierno para fomentar la inversión extranjera, han convertido a China en la mayor potencia manufacturera del mundo, debido principalmente al bajo coste de la mano de obra. De este modo, la balanza de pagos china ha presentado en los últimos años un claro superávit, reflejando el constante aumento de las reservas de divisas debido a los altos ingresos de exportaciones y la entrada de capital extranjero. Las reservas de divisas chinas alcanzaron la cifra de 1,81 billones de dólares USA en junio de 2008, las más elevadas del mundo. El superávit de reservas chino inyecta liquidez en la economía y produce tensiones inflacionistas y, una de las medidas para controlarla, ha sido comprar deuda pública de otros países industriales. Cerca del 70% de las reservas de China se componen de activos en dólares USA. China superó en septiembre de 2008 a Japón como el mayor tenedor de bonos del Tesoro de Estados Unidos, alcanzando un total de 585.000 millones. Además, la demanda china es inferior a la oferta y la tasa de ahorro es extraordinariamente elevada. La inflación interna ha sido sistemáticamente inferior a la inflación en el área dólar y, consecuentemente, el yuan se ha estado depreciando en términos reales en los últimos años. En el año 2005 el yuan abandonó el régimen cambiario de tipo cuasi-fijo respecto al dólar USA y se sometió a un sistema de flotación controlada frente a una cesta de divisas. Las autoridades chinas han sido presionadas por la comunidad internacional para que permitan apreciar su moneda, principalmente a consecuencia del gran déficit comercial que las grandes potencias acumulan con el gigante asiático.
La compra de divisas de USA por parte de China tiene más un sentido de equilibrio estratégico que de negocio económico, pues los bonos USA se han depreciado notablemente durante los últimos años y, la delicada situación actual de la economía de Estados Unidos, los convierte en un activo de cada vez más riesgo. La economía americana se ha ido sosteniendo gracias a su capacidad de captura de recursos financieros. El alto déficit comercial de Estados Unidos, un país consumista con unas tasas de ahorro muy bajas, sólo puede corregirse a corto plazo mediante la devaluación del dólar USA. Esto afectaría negativamente a China, pues su economía está basada en la demanda exterior, puesto que su demanda interna es muy débil. Lógicamente, un yuan más débil ayuda a estimular las exportaciones. Una brusca devaluación del yuan no es posible, porque podría aumentar la salida de capital del país y un incremento del proteccionismo comercial. El Banco Central chino financiando el déficit norteamericano, ha contribuido a sostener la cotización del dólar, lo cual ha permitido mantener las exportaciones chinas a Estados Unidos y ha ayudado así al crecimiento y desarrollo de la economía china.
Un yuan más fuerte permitirá a China abaratar las importaciones de energía y bienes de equipo y estimular las inversiones chinas en el exterior, potenciando así su capacidad de I+D avanzado. Además, una de las posibles contraprestaciones que puede pedir China a Estados Unidos en sus continuas negociaciones puede ser la apertura de su mercado a los equipos de alta tecnología China, que han sido vetados durante años con argumentos como la amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos o la baja protección de los derechos de propiedad industrial de China. Un ejemplo reciente es la frustrada adquisición de 3Com por la empresa china Huawei, asociada con el fondo Bain Capital. ¿Ocurriría lo mismo en el año 2009?. ¿Se permitía Estados Unidos un veto similar en una delicada situación de financiación exterior, de estancamiento económico y de pérdida de empleo?. Lo veremos en los próximos meses...
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