Telefónica de España comenzará a finales de octubre o primeros de noviembre a comercializar servicios sobre su red de nueva generación de acceso por fibra óptica, tras varios meses de certificaciones en laboratorio y pruebas pilotos. Todo esto a pesar de las incertidumbres legales y regulatorias que siguen planeando sobre esta nueva tecnología, tras recurrir Orange a la Audiencia Nacional la decisión de la CMT de no exigir al operador dominante dar servicio indirecto a sus competidores en las redes de fibra (sus obligaciones se limitan prácticamente a la compartición de conductos salvo en el interior de edificios, donde la duplicidad de redes se considera innecesaria).
La Comisión Europea ya ha advertido que no le gusta esta regulación española. Los competidores de Telefónica, liderados por Vodafone y Orange, consideran la normativa de la CMT como claramente ventajosa para el operador dominante, ya que "no garantiza la competencia" y cuestiona la "rentabilidad de este tipo de inversión". Según Vodafone, el despliegue de las nuevas redes sólo es posible para aquellos que tengan una cuota de mfecado del 40% de las comunicaciones fijas. Creo que la decisión de la CMT es acertada y este tipo de regulación se ha manifestado exitosa en otros países, como EEUU. Existen otros modelos para la compartición de redes, como posibles asociaciones de operadores o negociar el alquiler con Telefónica, pero no se debe desincentivar la inversión -sobre todo en un período de crisis económica- de operadores que quieran tender su propia red. La tecnología es una parte importantísima del negocio de un operador y las distintas visiones en cuanto a planificación de red, suministradores estratégicos, operación y mantenimiento de la red, etc., son claves para diferenciar la oferta. Por otro lado, en este caso no se está hablando de una red tendida durante un período de monopolio, es una red completamente nueva, donde todos los operadores tienen que invertir para captar clientes y donde todos parten de la misma situación pues nadie tiene desde el principio una cuota de mercado garantizada. Los operadores de cable también debieron invertir en su propia red para ofrecer servicios similares a las operadoras tradicionales (salvo la televisión por cable, que no pudo ser replicado en las redes tradicionales hasta hace un par de años), sin tan siquiera poder en muchos casos compartir canalizaciones y se ha demostrado que es un negocio rentable y con futuro. Además, la nueva red basada en fibra permite crear una red convergente, donde la inversión inicial podrá ser recuperada por aprovechamiento de sinergias y reducción de costes de operación y mantenimiento.
La Comisión Europea ya ha advertido que no le gusta esta regulación española. Los competidores de Telefónica, liderados por Vodafone y Orange, consideran la normativa de la CMT como claramente ventajosa para el operador dominante, ya que "no garantiza la competencia" y cuestiona la "rentabilidad de este tipo de inversión". Según Vodafone, el despliegue de las nuevas redes sólo es posible para aquellos que tengan una cuota de mfecado del 40% de las comunicaciones fijas. Creo que la decisión de la CMT es acertada y este tipo de regulación se ha manifestado exitosa en otros países, como EEUU. Existen otros modelos para la compartición de redes, como posibles asociaciones de operadores o negociar el alquiler con Telefónica, pero no se debe desincentivar la inversión -sobre todo en un período de crisis económica- de operadores que quieran tender su propia red. La tecnología es una parte importantísima del negocio de un operador y las distintas visiones en cuanto a planificación de red, suministradores estratégicos, operación y mantenimiento de la red, etc., son claves para diferenciar la oferta. Por otro lado, en este caso no se está hablando de una red tendida durante un período de monopolio, es una red completamente nueva, donde todos los operadores tienen que invertir para captar clientes y donde todos parten de la misma situación pues nadie tiene desde el principio una cuota de mercado garantizada. Los operadores de cable también debieron invertir en su propia red para ofrecer servicios similares a las operadoras tradicionales (salvo la televisión por cable, que no pudo ser replicado en las redes tradicionales hasta hace un par de años), sin tan siquiera poder en muchos casos compartir canalizaciones y se ha demostrado que es un negocio rentable y con futuro. Además, la nueva red basada en fibra permite crear una red convergente, donde la inversión inicial podrá ser recuperada por aprovechamiento de sinergias y reducción de costes de operación y mantenimiento.
¿Cómo terminará el "culebrón"?... Todo apunta a que, si se quieren ofrecer servicios de nueva generación sobre fibra en España, el operador tendrá que desplegar nueva red hasta al menos el edificio. También podrá alquilarla, pero sin una oferta mayorista regulada.
¡Muchas gracias por esta entrada tan interesante!
ResponderEliminarPara favorecer el desarrollo tecnológico es importante que también exista competencia en infraestructuras. Yo creo que sería viable esa competencia, a través de alianzas entre los operadores alternativos o iniciativas como la red Asturcón (http://www.gitpa.info).
Por otro lado, sería muy interesante saber qué situación afrontarán Vodafone y Orange en sus mercados de origen. Parece ser que en Francia van a optar por la misma vía. Sería de esperar que hubiera cierta reciprocidad.
Un saludo,
Rubén
Muchas gracias a ti Ruben, la iniciativa de Asturcón es muy interesante. Respecto a Orange, habrás leido que Telefónica ha denunciado a France Telecom ante la UE por ayudas públicas de 12.000 millones de euros (un poquito menos de lo que vale a día de hoy Telecom Italia en bolsa):
ResponderEliminarhttp://www.expansion.com/2008/10/12/empresas/1223843959.html